El norte de México fue asentamiento de grupos humanos que alcanzaron
diferentes niveles de desarrollo durante la época prehispánica.
En diversos lugares aún se conservan los restos de construcciones erigidas por
grupos de cazadores-recolectores, así como los vestigios de monumentos
arquitectónicos de las sociedades que lograron cierto grado de complejidad
cultural. Esta zona de Durango
es considerada como uno de los corredores de intensa actividad de intercambios
culturales y económicos entre los grupos prehispánicos del norte de México y
Mesoamérica. Por aquí pasaba la ruta por la que se transportaban las materias
primas procedentes del suroeste de los Estados Unidos, que eran muy apreciadas
por las grandes civilizaciones mesoamericanas, por ejemplo la turquesa,
procedente de Nuevo México, que en su ruta hacia los mercados del sur tocaba
también la ciudad de Casas Grandes, en el hoy estado de Chihuahua.
Las investigaciones arqueológicas realizadas en Durango
revelan algunos datos sobre un desarrollo cultural llamado “Loma San
Gabriel”, que tuvo su apogeo durante el periodo Clásico mesoamericano,
del año 450 al 550 de nuestra era. Este lugar se caracteriza por una incipiente
arquitectura de casas de planta rectangular construidas con materiales
perecederos y delimitadas por cercas de piedra. Los sitios arqueológicos de
esta cultura se erigieron en los valles montañosos de la Sierra Madre
Occidental, en la parte sur del estado. Otro lugar de gran
importancia en la historia prehispánica de Durango es el conocido como Shroeder
o La Ferrería, situado en las márgenes del río Tunal, pocos
kilómetros al sur de la ciudad
de Durango. Sus fases de ocupación y desarrollo se sucedieron entre los
años 875 y 1450 de nuestra era.
El Zape es otro asiento prehispánico que se ubica al norte
del estado. Aquí se han localizado restos de patios rodeados por estructuras y
habitaciones de planta circular, además de plataformas y escalinatas con
revestimientos de piedra. Estas construcciones guardan una gran similitud con
las del sitio Chalchihuites, en el estado de Zacatecas,
por lo que algunos arqueólogos han llegado a emparentarlas con esta cultura. En
el sitio conocido como El Zape Chico, dentro de una serie de
cuevas se hallaron evidencias de ocupación, así como entierros humanos
acompañados de ofrendas de piezas de cerámica decorada y restos de tejidos, lo
que indica un intercambio cultural y comercial con la cultura Aztatlán,
en el estado de Sinaloa.
Las construcciones levantadas en los acantilados de diversas regiones del
estado proporcionan información sobre la influencia de grupos del suroeste de
los Estados Unidos, pero han sido poco estudiadas por lo difícil de su acceso.
Uno de los elementos culturales poco atendidos son los sitios que cuentan con petroglifos
y pinturas rupestres, los cuales proporcionarían un panorama
más completo de la riqueza cultural prehispánica de Durango.
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